miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL MAESTRO GRIFELL Y SU PINTURA




Buenas a tod@s, os presento a una serie de artistas que pertenecen a mi club personal de Artemoda-Artistas, en el cual hablaremos sobre su Biografía, historias y su obras que pasarán a la posteridad por su excelente trabajo.

Empezaremos por el increíble  ANDRES GRIFELL




GRIFELL Y SU PINTURA


Un nuevo inventario de obras y valores puede jalonar un trabajo artístico, el de andrés Grifell, sobre el que reitero más la importancia que en él ha lugar. Obviar esta evidencia supondría desatender una actitud, una sensibilidad, una experiencia y unas aptitudes, aportadas como una multitud y variedad de temas, en efecto, que no me cabe la menor duda continuará ofreciendo trabajos sucesivos con más amplitud de miras que lo ha hecho hasta el presente.

Reconocer los logros conseguidos desde niño por la caligrafía pictórica de Grifell equivale a no privarle de la ductilidad como manejo principal en su recurso expresivo. Por este motivo, tratamos de dar testimonio de un artista que nació con vocación de crecimiento. Al mismo momento que ha ampliado la temática de formas y lugares, fue dando un gran salto adelante que alcanzaba el contenido de los paisajes constumbristas con la diversidad de las obras que globalizan una calidad artistíca cumplida  por los anhelos más personales. Actividad que se traduce en visualizar y recrear geografías, paisajes y personas conla tradicional participación en el arte de la pintura y en la pintura como arte.

Los cuadros grifellianos trasmiten sentimiento, raciocinio, convencimiento, en los trepidantes cánones exigidos por los avances plásticos vanguardistas. Gozamos con ellos como un efecto de conquista expresiva y de fuerza creadora. Valores armónicos como el tono cálido del fondo y el espesor de las pinceladas resultan impulsos que consiguen cotas de cierta magnitud  porque logran lo que intentan, que no que no es otra cosa que consistencia necesaria para plasmar los colores que le brinda la naturaleza o los motivos que le dictan belleza encuentran en sus pinceles el sello personal y distintivo que con tanto acierto han serbido llevar a la tela. Como ocurre en los elementos conocidos y respetados de París, trasladado al lienzo por fuera y por dentro, donde consigue efectos sorprendentes. La técnica le da seguridad en la composición, destaca en la disciplina del dibujo y el trazo firme que ofrece a  nuestros ojos confirma el conocimiento cabal que tiene del oficio.

Delante de los cuadros de Grifell, uno siente arrastrarse por el instinto de la reacción del ánimo ante un experto. Amparado en su práctica y estudio por la dedicación a las artes, el artista es capaz de hacernos partçicipes de la emocional capacidad de su paleta, con la que sigue elaborando composiciones intimistas enriquecidas y enriquecedoras de motivos importantes- paisajes, iglesias y monaguillos, bailarinas, retratos y figuras, gentes y personas revestidas con palpitar de estilo más que de rigurosa fidelidad, cotidianidad de las cosas humildes, objetos y naturalezas muertas- cuyas manchas coloreadas autentifican la feliz facilidad que crece en magia y virtuosismo trasmisora de una manera de ser y hacer fiel a su credo de conducta y a su doctrina de artista pintor.






MAESTROS DE LA PINTURA

Andrés Grifell nace y crece en los ambientes y ámbitos del arte, pero se manifiesta habitualmente en la pintura con más fuerza, con más capacidad e incluso con más temperamento. Por sus venas siguen coriendo las obras de arte todo lo atractivas y gozosamente variadas que se pueda desear ante los muchos artista que hay en él. Por eso no se le puede definir bajo una única etiqueta.

Grifell afirma su individualismo mediante contactos profesionales apasionantes. Los rasgos particulares del temperamento están en relación directa con el trabajo del pintor, que ha dirigido las experiencias de su propia vida a trivializar un tanto los dones artísticos con los que sin duda contaba. Aunque los había recibido, nunca fueron verdades decisivas para encuadrar a una biografía de Grifell.
Conoce el milagro de cada obra, así la belleza dosificada de un paisaje, el contacto táctil de un hiperrealismo, el reposo propicio de un bodegón, el vivo asomo por la tela de un denudo femenino, el mensaje corpóreo de una figura o la sugerente consagración de un retrato, que se personaliza a lo vivo, y con tal lujo de elementos posee todos los secretos necesarios a que obliga el oficio: ser dibujante, captar como colorista y dar a la composición el espléndido tratamiento requerido por la tela de sinfonía radiante y de instante pleno de luz.

Aludiendo a las decoraciones, son muchas e importantes las realizadas por él con mano de experto en causa real y permanente de delicada y prolongada tarea, que se relacionan aparte.

La pintura de este artista está aromatizada por la mano que trasmite delectación cuando la maneja. Recurre al reposo de la contemplación inocente plasmada por cromatismos que la adornan como si estuviese elaborada por un colorido propulsor y una espontaneidad que la personaliza. Constituye la esencia figurativa de un arpegio musical compuesto en color. Tiene vibración por ser intensamente vital dando la personalidad de la pincelada y lo agresivo de la tonalidad. Y desila un claro trabajo de rápida e intuitiva ejecución.

 Viendo estas pinturas, que proclaman lo que se podria denominar un paisajismo de la sensualidad, comprobamos al artista ajeno por completo a las demasías del preciosismo. En cambio, cultiva la lógica de lo visible, todo aquello que sus ojos percibe es puesto en lienzo con los trazos y tonos intimistas de una pintura cargada de cromatismos en busca de la poética creadora del hombre y la íntima fusión con la estética que le acompaña.

El arte de Andrés Grifell siente la fuerte atracción por el mundo representable. A menudo agrega  impactos como las evocaciones de París, de gran riqueza cromática, es indudable que tuvo relaciones de predilección por la ciudad del Sena, y aún las sigue teniendo, afecto a esta temática parisina, gusto reflejado plenamente al ser protagonista principal en su obra pictórica.

Grifell moldea el entendimiento de una pintura muy evocativa. Su pintura se sabe en cuanto se contempla, porque es de este mundo. Como es fácil suponer, el reforzamiento de tal proporción convincente la da él mismo en sus obras de arte. Sobre ellas ha erigido experiencias y desarrollo, que le conducen a la conformación  de un manejo certero - técnico como estilístico - que está en su base, centrado y desarrollado.

No debemos, olvidar que la dicción grifelliana (tema, dibujo y color) no es complicada, pero sí demostrativa de unas posiblidades singulares dentro del manido ejercicio de la figuración.

A lo largo de su tarea transmite la frescura de la espontaneidad  libre de prejuicios, superando  inseguiridades, provocando el riesgo con un desenfado de carácter motivado al azar de una cirscuntancia  fortuita, que simboliza lo excepcional de un artista curioso.

Conjunto agradable, de bastante mérito artístico, el de los linezos de Grifell, con un aspecto peculiar donde domina la sencillez y la delicadeza artística se deja entrever aunque las pretensiones por sobresalir o por aparecer en escena sean modestísimas o apenas le interesen o le atraigan en demasía. La imagen artística grifelliana queda a merced de la simplificación de un fenómeno determinado, individualizado, atípico, capaz de enlazar la función estética  con otras connotaciones de la práctica artística a la que se implica. Por ello, es complejo el desarrollo específico en que se mueve. Pese a ello, el lenguaje formalista que cultiva cuando pinta, con la fuerza intuitiva de un dibujo, es fruto de un mensaje cognoscitivo en el cual funde lo emocional con la representación de la realidad.

No desaparece la  inquietud en él. La actividad de restaurador ejerce una influencia  significativa, la cual le encauza prodigiosamente a favor de una experiencia personal múltiple en las tareas y trabajos de las artes plásticas que Grifell no ha abandonado a lo largo de su vida.

Se puede decir, en definitiva, que al contrario de lo que han dicho o hecho otros, que Grifell. deja de ser un artista que utiliza la pintura para ser pintor, pero que es pintor porque sabe utilizar la pintura.

Grifell llega a nosotros desde cualquier rincón donde nos abre  una ventana por medio de la ventana colorista.  Nos ofrece un mensaje digno de su oficio para poder ser contemplado con el dominio de lo formal que no rechaza la nobleza de lo decorativo. Con todo lo dicho llegamos a la conclusión de que Grifell es pintor que sabe individualizar su obra, hacerla perceptible e inconfundible, sacarla fuera, acercarla hasta la persona que, de hecho, le une la comunicación con el tema comunicativo. Aquí es donde se encuentra el máximo baluarte de un pintor que se compenetra con el espectador como artista con el público, muy naturalmente, sin artificios distanciadores, pintor, pues, que sirve de animación y acercamiento de los demás - compañeros fieles en un viaje cromático de bella elaboración a través del cuadro - a su arte.



 OBRAS REALIZADAS POR ANDRES GRIFELL